Podemos decir que desde hace más de 2500 años, con el reconocimiento de la profesión médica, a través del Juramento Hipocrático; los médicos nos hemos formado en el “precepto de salvar vidas”. Muy condicionados por la presencia ominosa de la muerte. Proceso último de la vida, que actualmente y debido a los avances científicos y técnicos, ya no está tan presente en nuestro quehacer como médicos, en la medida que muchos de nuestros pacientes se mueren con otros médicos. No ya en su casa, sino en hospitales, o en unidades de cuidados paliativos.
Así el médico se ha ido distanciando de la muerte, y de toda su trascendencia, ligada al dolor, al sufrimiento y a la agonía. No está socialmente bien visto el enfermar y peor aún el morir. Y los médicos no asistimos en nuestra tarea de consolar y acompañar en la muerte, porque casi no asistimos a moribundos; los psiquiatras bastante menos, y eso que constantemente tenemos presente al Eros y al Thanatos. Lo hemos delegado en otros médicos, a veces ajenos al propio paciente.
Por eso resulta muy interesante el acercamiento al concepto actual de Eutanasia, que no el original griego, versus los Cuidados Paliativos y la muerte digna; que nos plantea el Dr. Jacinto Batiz, ante el riesgo de que una excesiva “compasión”, nos lleve por “la pendiente resbaladiza” a la propuesta de generalización, de una aplicación de la eutanasia; incluso en nuestros enfermos mentales, recordando más el concepto de Eutanasia del tercer Reich.
Recordar la aprobación del Código Ético de nuestra especialidad, durante el X Congreso Mundial, celebrado en Madrid en septiembre de 1996, en el que se advertía de los riesgos de la Eutanasia y de nuestros límites en su aplicación.
Dr. Jerónimo M. García San Cornelio.