Carlos Castilla del Pino fue un psiquiatra andaluz, fallecido en 2009, y que dentro de nuestra especialidad fue identificado, durante la segunda mitad del pasado siglo, como el psiquiatra “rojo” por antonomasia - dada su conocida militancia en el Partido Comunista Español (PCE) y sus posturas antifranquistas -, si bien él personalmente rechazó este apodo en alguna de las entrevistas que concedió. Sin embargo, a la hora de su fallecimiento, numerosos periódicos le identificaron así, cuando escribieron las necrológicas.
Comenzó a ser conocido fuera de la Psiquiatría gracias a su investigaciones sobre la incomunicación y la depresión, a finales de los años 60, siendo un prolijo escritor que ocupó el sillón “Q” de la Real Academia Española de la Lengua.
Enormemente prolífico en su actividad clínica (él mismo calculaba que atendió a más de 100.000 pacientes a lo largo de su vida), su prestigio como psiquiatra aumentó a medida que, por su ideología política, le denegaban la cátedra de Psiquiatría, a cuyas oposiciones se presentó varias veces y que solo consiguió unos años antes de jubilarse, cuando el primer gobierno socialista de Felipe González se la concedió mediante un decreto en el que también se premió a otros intelectuales.
Con 27 años años y tras haber trabajado desde el principio de su vida profesional en Madrid, en el servicio de Juan José López Ibor, se trasladó definitivamente a Córdoba, al ganar la plaza de Director del Dispensario de Higiene Mental y Toxicomanías de dicha ciudad, en la que se mantuvo hasta su jubilación.
Reda Rahmani, Juan Medrano y Luis Pacheco