Dicen, tristemente, que en los periodos de guerra se observan grandes avances en los diversos campos del conocimiento tecnológico. No estamos en guerra, aunque la comparación no es infrecuente y, en cuestión de días, hemos debido adaptarnos e improvisar abordajes y respuestas asistenciales en el campo de la psiquiatría y salud mental totalmente inimaginables pocas semanas atrás.
Aparte de las meteóricas adaptaciones realizadas en cuestión de camas y organización hospitalaria psiquiátrica, es reseñable el acelerado desarrollo de la infraestructura y planificación que nos ha permitido dar el paso al “teletrabajo” en gran parte de las consultas ambulatorias (creación preventiva de subequipos “estancos”, accesos remotos a Osabide y Presbide, atención telefónica…). Como decía, ciencia ficción hace solo un par de meses.
Realmente este tipo de experiencias no son nuevas, y el término telepsiquiatría hace ya tiempo que fue acuñado, habiéndose utilizado en diferentes entornos (dispersión geográfica, escasez de recursos, preferencias por evitar el estigma asociado a las clínicas de salud mental cárceles, comodidad…), pero ha sido el contexto de esta pandemia donde ha mostrado su mayor utilidad a nivel global.
Atenta a todo ello, “Psychiatric Services” (publicación digital de la Asociación Americana de Psiquiatría) ha dedicado su última selección editorial a este tema, recogiendo toda una serie de enlaces a artículos de interés. Hay muchos más, sin duda, pero puede ser un útil punto de partida.
Más cercanas a nosotros están las experiencias que los diferentes equipos de “alternativas” han ido improvisando de forma creativa para mantener a sus pacientes en el día a día. Entre ellas, más allá de las más obvias llamadas telefónicas, están las videollamadas, utilización de wasap individualmente pero también en formatos menos conocidos como los grupos de difusión (que preservan la identidad de los participantes), o la utilización de este medio para enviar actividades y sugerencias a familiares de pacientes más retraídos o menos proclives a la tecnología, por poner algún ejemplo. Todo ello sin olvidarnos de las videoconferencias que nos han permitido mantenernos en contacto visual entre los equipos.
Ejemplos de este tipo de actividades, tal y como se están desarrollando en Comarca interior (y posiblemente de forma similar en otras comarcas) se recogen en el archivo adjunto. Cuando todo esto acabe, creo que no estaría de más un encuentro monográfico para la puesta en común de todas estas experiencias y valoración de su utilidad de cara al futuro. Seguramente mucho más prácticas de lo que podríamos pensar.
Óscar Martínez Azumendi